Nos queda Él

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Cuando el escalofrío
nos deja secos los labios
y el corazón.
Cuando mi fragilidad
me fabrica un llanto interminable,
ni tú ni yo somos la fuerza.
Nuestros, el miedo y la rabia
que hacen amargo el camino;
que estrellan,
crudamente,
todos los sueños
contra la realidad.
Sólo nos queda
Él.


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